Hace unas semanas sobre las 5 de la tarde, nos encontrábamos mi mujer, los peques y yo en el parque Doramas. Como hacemos habitualmente; tomamos una merienda, nuestros hijos juegan y se divierten con los demás niños y nosotros estamos con amigos que solemos ver allí.
La anécdota fue que a la dos o tres horas de llegar nos dimos cuenta que se nos había perdido la cartera de mi mujer. Ella siempre es la encargada de pagar todo cada vez que salimos de casa, pero claro justo al darse cuenta, habíamos pedido varias cosas en la cafetería; snacks, bocadillos, café, refrescos, etc.
Fue justo ese día, cuando ninguna de nuestras amistades apareció en el parque, ¡qué casualidad!
Mi mujer y yo nos mirábamos el uno al otro y argumentamos quien iba a dar la explicaciones al camarero o responsable del local, en ese momento se acercó el chico y nos ofreció si queríamos algo mas, con la vergüenza que yo tenia, le dije al camarero lo que nos paso. El buen hombre reaccionó de una manera asertiva y volvió a preguntarnos -¿queréis tomarnos algo más?- mi mujer quedó sonrojada.
Al final de todo esta anécdota se pudo solucionar con el dialogo y con unas risas por parte del encargado y nosotros. Ya que sabia que somos clientes habituales y no le dio importancia a lo sucedido.
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